Esta casa perteneció a la familia formada por Don Casiano Casas y Doña Adela Echesortu, integrantes de la clase alta rosarina.
El proyecto fue diseñado en 1913 por el renombrado arquitecto Alejandro Christophersen y pasó a ser sede del Colegio de Escribanos en 1959.
Es un palacete que evidencia en sus plantas la forma de proyectar academicista, de estilo neobarroco francés. En la fachada aparecen elementos clásicamente afrancesados como el techo de pizarras negras conocido como mansarda.
El ingreso, flanqueado por la sala y el escritorio, se vincula a un pequeño hall de planta circular, para luego pasar al gran hall, centro de la composición del primer piso. Este último se encuentra iluminado con un techo con vitraux de motivos florales. En torno a ese espacio se disponen las distintas salas, el billar y el comedor, comunicándose entre sí a través de arcadas con ventanas vidriadas.
En el primer piso se dispusieron tres dormitorios sobre el frente, vinculados por un hall circular y una sucesión de espacios secundarios como los baños y el vestidor.
Se destacan los muros revestidos con maderas de roble y las puertas curvas vidriadas del primer piso.
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